El término «Sociedad de Consumo» comenzó a utilizarse a principios de los años 60´s como consecuencia de la interpretación que sociólogos y antropólogos de la época, hacían de la evolución de que entonces fue la «Sociedad Industrial» de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. También Peter Drucker introdujo en los años 80´s el término «Sociedad del Conocimiento» para referirse a las relaciones de valor del conocimiento en la «Sociedad Postcapitalista», pero ninguno de estos términos ha tenido tanto auge como el de «Sociedad de Consumo».
Pero ¿Qué es en verdad la Sociedad de Consumo? Es difícil llegar a un acuerdo, ya que ha sido tantos sus usos que la expresión ha degenerado en los más paradógicos usos. Hasta el feminismo y el comunismo, se han valido de la expresión para nombrar aquello con lo que no están de acuerdo y que ha puesto en peligro sus postulados e ideologías, cosas que, por ahora, no pretendo entrar a discutir en esta columna. Lo que pretendo hacer, es tratar de demostrar como la Sociedad de Consumo no es una tanto una imposición sino una forma de relación contemporánea. Buena o mala, no se. Finalmente cada civilización inventa sus formas de vivir de acuerdo a su momento.
El consumo es una de las partes más significativas de la relación con el mundo de todos los seres vivos. Los animales consumen al igual que las plantas, para sobrevivir. Lo que diferencia este tipo de consumo del de la Sociedad de Consumo de los humanos, es su carácter simbólico. Es decir, los seres humanos no consumimos sólo para sobrevivir pues no vivimos sólo de suplir nuestras necesidades, al menos físicas. Los seres humanos consumimos significados. La religión, la política, la ciencia, los valores, son formas simbólicas de consumo. Creemos en una cosa y tratamos de hacerla parte de nosotros como el canibal que se comía a su adversario para obtener sus virtudes.
El comercio entre las personas hace que los significados que llevan los productos, muchas veces sean más importantes que los productos mismos. Así por ejemplo, para algunas personas es más importante que un pañal sea biodegradable o amigo del medio ambiente, que el pañal mismo, como para otros, será importante que su ropa o comida no provenga del sacrificio de ningún animal. Igual sucede con el diseño o también con la moda. La Sociedad de hoy y su consumo se desarrolla basada en nuevos principios y postulados, propios de nuestra relación con un mundo diferente al de nuestros antepasados, lo que hará que se modifiquen las formas de lo que consumimos, más no lo que consumimos. Finalmente consumidores somos todos y necesitamos que otros consuman nuestros bienes o servicios para poder vivir.
El problema no está en el consumo, el problema muchas veces está en que algunos creeen que el consumo es la única forma de relacionarnos con los demás, haciendo de su vida un ciclo de compra y venta en la que no hay espacio para la reflexión sobre los propios gustos, creyendo que se vale por lo que se tiene y no por lo que eso que se tiene, ayuda a la satisfacción de las propias metas. Cayendo de esta forma en un abismo de consumismo en el que se compra y/o vende de forma desbordada, incluso más allá de los propios deseos, haciendo insostenible este ritmo que termina por acabar desde la propia estima, hasta el sustento mismo de las cosas materiales: El planeta Tierra.