Perfiles digitales de los colombianos

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Según un estudio desarrollado por el Ministerio de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones en Colombia, sus ciudadanos se podría segmentar como consumidores digitales de la siguiente forma: 33% como novatos interesados, 31% como Avanzados digitales, 19% como desconocedores, 12% como curiosos exploradores y 6% como apáticos a Internet

Cada perfil obedece a una variables específicas que pueden ayudar a clasificar su pensamiento y comportamiento. De este modo los novatos interesados se conocer por ser conscientes de la importancia de la tecnología en sus vidas y quieren aprender pero no se consideran expertos. Así mismo Internet no es indispensable en sus vidas mientras que para los avanzados digitales es casi imprescindible.

En esta época de modas tecnológicas es importante estudiar más a fondo si realmente la mayoría de los consumidores digitales en Colombia se encuentran entre los novatos interesados y los avanzados digitales (64% en total), lo que sería una excelente noticia en términos de apropiación de la informática y la tecnología, o si más bien obedece a una respuesta aspiracional y desde el deseo.

A diferencia de la Encuesta de consumo de medios digitales en Colombia, este informe sólo consta de solo 3 páginas por lo que es difícil entrar a evaluar con más detalle cada uno de los perfiles de cada consumidor digital en Colombia. Lo anterior no le resta importancia al estudio y más bien plantea el reto para realizar nuevas y más amplias investigaciones sobre la psicología del consumidor de medios digitales en nuestro país. Para ver el informe, haga clic aquí.

La evaluación de la percepción del riesgo y el edificio Space en Medellín


Por: Carlos Andrés Naranjo-Sierra
Recientemente la ciudad de Medellín presenció el lamentable acontecimiento del desplome de la torre 6 del edificio Space, ubicado en el sector de El Poblado. Esto exacerbó, como era de esperarse, el temor por las construcciones de altura en este sector de la ciudad y llevó a que desde otras ciudades se hicieran denuncias sobre riesgos similares en sus edificaciones. Las aseguradoras y los políticos no tardaron en encontrar en este hecho un punto neurálgico para sus propios intereses.

En su libro Pensar rápido, pensar despacio, el psicólogo y premio Nobel de economía Daniel Kahneman analiza la diferencia entre la disponibilidad, que es la facilidad con la que la información accede a la conciencia, y la probabilidad para determinar cómo los seres humanos juzgamos los riesgos y tomamos medidas al respecto en temas como la evaluación del peligro, la contratación de seguros y la destinación de presupuestos públicos para temas de salud y prevención en general.

Las víctimas, los familiares y todos aquellos que tengan contacto directa o indirectamente, sienten gran preocupación justo después del acontecimiento, mostrándose más dispuestos a contratar seguros y destinar fondos para evitar acontecimientos similares. En nuestro caso también para endurecer las leyes y castigar ejemplarmente a los responsables, en caso de que los haya. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, los recuerdos van desvaneciéndose y con ellos el interés y la diligencia por el tema, a pesar de que el riesgo continúe siendo el mismo.

A esto llama Kahneman sesgo de disponibilidad, y en el caso de la tragedia del edificio Space nos lleva a considerar más probable la muerte o los accidentes por este tipo de acontecimientos que por otros que reciben menos atención del público y cubrimiento de los medios de comunicación, como los derrames cerebrales, el asma, los infartos o la diabetes, a los que suelen dedicársele muchos menos recursos en términos de aseguramiento y prevención. Ante estos casos, durante un par de meses  nos mostramos más dispuestos a comprar una póliza para evitar perder la casa o el apartamento que para un tratamiento médico.

No pretendo decir con esto que no deba prestársele atención al tema del edificio Space, y recientemente al de las torres Continental, que también debieron ser evacuadas. Por el contrario, es un llamado para que evaluemos los riesgos en todas sus dimensiones, sin dejar de lado aspectos fundamentales que pueden impactar con mayor probabilidad nuestra integridad y nuestra vida. La idea es simple: tomar conciencia de que las estimaciones que hacemos están distorsionadas por la notoriedad que adquiere el acontecimiento, y por lo reciente.

Pero no son los medios los responsables de estos sesgos, sino que forman parte de nuestra cognición. Dice Kahneman en su libro: «Los medios no solo moldean, sino que son moldeados por lo que le interesa al público. Sus editores no pueden ignorar las demandas del público, que quiere que determinados asuntos y puntos de vista reciban una amplia cobertura». Nuestras ideas y expectativas de riesgo y frecuencia se miran a través del lente de la prevalencia y la intensidad emocional de los mensajes que nos ofrecen y que también demandamos.

De este modo terminamos, construimos un mundo mental en el que la difícil pregunta, ¿qué pienso sobre esto? es reemplazada por una más sencilla consistente en ¿qué siento sobre esto?, configurando así lo que Paul Slovic, amigo de Kahneman, llama la heurística del afecto en el análisis de la percepción pública de riesgos. Así, una idea que exige reflexión es reemplazada por otra que solo requiere emoción. Algo que cualquier político que haya estado en campaña conoce al dedillo, y que evidentemente pone en práctica en situaciones como la del edificio Space.

Es por eso que ahora que el Gobierno Nacional y el Local salen a los medios de comunicación a decir que van a endurecer los requisitos para las construcciones, que van a vigilar de cerca a las empresas y que van a cobrarle todo a la tristemente célebre Lérida CDO y a su ingeniero calculista, constructores del edifico Space y de las torres Continental, cuando el medio académico lleva décadas advirtiendo sobre la necesidad de replantear el tema normativo y del POT en casi todas las ciudades del país. En términos políticos es más rentable enfocarse en temas que generen escándalo que en temas que requieran análisis.

Pero de seguir esperando a que suceda una tragedia para que evaluemos los riesgos de manera lógica y tomemos medidas al respecto, nuestra sociedad seguirá pagando con muchas vidas estas dilaciones. En el caso de Space, la oportuna acción del DAGRED, organismo encargado de evaluar los riesgos en la ciudad, evitó que la tragedia humana fuera mayor al desalojar a los habitantes de la torre, justo el día antes de que su estructura colapsara; sin embargo en términos de enfermedad, delincuencia y desastres naturales, entre muchos otros, no tenemos, por desgracia, como evacuar el día previo.

Sobre la racionalidad o irracionalidad de los mercados financieros


Por: Carlos Andrés Naranjo-Sierra
Eugene Fama y Robert Shiller, recientes premios Nobel de Economía, tienen interpretaciones opuestas de la naturaleza del mercado y esta no es una discusión nueva. Desde hace tiempo se evalúa si el comportamiento de los mercados financieros obedece a variables racionales o irracionales. Dan Ariely, psicólogo e investigador del comportamiento económico considera que la forma en que actuamos no obedece a patrones racionales sino heurísticos, tal como los llamaría el también psicólogo y premio Nobel de Economía Daniel Kahneman.

En un reciente artículo de la Revista Dinero se relata en detalle la historia de Louis Bachelier, quien además de producir uno de los famosos resultados de Albert Einstein, antes que el mismo Einstein, sobre el movimiento browniano, no fue tomado en cuenta por el mundo de la ciencia de su época. Finalmente, en 1900 publicó una obra que, mucho después de su muerte, llegó a ser reconocida como pionera en el campo económico. En esta proponía que el precio de los bonos del gobierno seguía el curso del azar ya que cada nuevo movimiento en el precio era impredecible.

Lo que Bachelier propuso es que si era obvio que una acción o un bono valdría más la semana que viene, entonces el precio ya debía haber aumentado anticipando eso. Los cambios predecibles ya habrían tenido lugar, porque el mercado es eficiente, así que lo único que quedaría serían las sorpresas imprevisibles, es decir las irracionales. Sin embargo en la década de los 60s Eugene Fama, estudiante del departamento de Economía de la Universidad de Chicago, decidió proponer un modelo para la teoría de Bachelier.

Fama trabajó en el modelo y terminó demostrando que los mercados bursátiles son realmente eficientes. De modo que si eres un inversor, una consecuencia importante de un mercado eficiente es que no tiene sentido intentar enriquecerse en pocos minutos. El mercado siempre estará un paso más adelante. Es mejor invertir en un amplio espectro que creer en un esquema que le apueste a la diversidad del portafolio y no en una sola canasta.

Aunque de hecho Fama encontró algunas formas de ganarle al mercado en el pasado, concluyó que para propósitos prácticos de inversión, es mejor que los inversores se comportasen como si los mercados fueran eficientes ya que si son ineficientes es muy difícil saber cómo, cuándo y dónde, y la evidencia sugiere que los supuestos expertos no son muy buenos para adivinarlo.

Una década más tarde, Robert Shiller desafío la hipótesis de los mercados eficientes llega por medio de la estadística que demostraba que la volatilidad del mercado es demasiado alta como para que la teoría de los mercados eficientes fuera verdad. Su idea era que los mercados tienen una tendencia a reaccionar exageradamente a las noticias tanto optimistas como pesimistas, tal como algunos psicólogos lo han propuesto.

Hoy continúa la controversia y aparecen argumentos tanto de un lado como del otro y, como era de esperarse, la discusión no se quedó en los círculos académicos. Ha llegado hasta los bancos centrales de la mayoría de los países, cuyos directores se encuentran entre seguidores y detractores de la racionalidad del mercado. Valga decir que más del primer lado que de el segundo pero en permanente discusión a la caza de nuevas evidencias y burbujas sobre el comportamiento macro y microeconómico.

Sobre la nueva ley de manejo de datos personales

Fuente: www.elespectador.com
Fuente: www.elespectador.com

Los usuarios de correo electrónico en Colombia han comenzado a recibir una avalancha de solicitud de permiso y manejo de sus datos privados por cientos de empresas, que la mayoría desconocían que tuvieran algún dato suyo, con el fin de dar cumplimiento al decreto 1377 de 2013, con el que se reglamentó parcialmente la Ley 1581 de 2012 sobre manejo de datos personales.

En un artículo de Edwin Bohórquez en el periódico El Espectador, se explica en detalle las implicaciones de este decreto que dice que “no se podrán utilizar medios engañosos o fraudulentos para recolectar y realizar tratamiento de datos personales”. Es por ello que la mayoría de empresas han corrido a enviar correos electrónicos informando del uso e implicaciones de la información personal que poseen, casi siempre poca y reducida a información de contacto.

José Alejandro Bermúdez Durana, superintendente delegado de la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) para la protección de datos personales, advierte que “únicamente las entidades a las que usted autorizó para que usen sus datos lo pueden hacer. Aquí en Colombia el derecho de la protección de datos personales se rige por dos principios importantes: el de libertad, según el cual todos los tratamientos de información deben estar autorizados por el titular, y el principio de finalidad, que dice que el titular debe saber para qué se recoge su información personal y qué uso se le dará y deja claro que sólo se podrá usar para los fines que él autorice”.

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