Revelando los secretos del mago – Parte 4 de 4


Por: Carlos Andrés Naranjo-Sierra
Finalizamos con esta edición la serie llamada Revelando los secretos del mago en la cual hemos venido hablando desde tres ediciones anteriores sobre los trucos más comunes de la mercadotecnia, con el ánimo de ponerlos en conocimiento de todos los tenderos a fin de mejorarlos, descartarlos o utilizarlos tal como están.

Podríamos quedarnos varios meses hablando de los secretos de los magos del mercadeo y la publicidad y nunca terminaríamos de hablar de todos, pues la competencia y el libre mercado exigen que cada día se inventen y desarrollen nuevas ideas, para ponerlas al servicio del sistema económico y de los hombres y mujeres que lo conforman.

De lo que se trata entonces, es de estudiar las técnicas básicas para poder asumirlas con ojo crítico. Hoy quiero finalizar hablando de uno de los artilugios más antiguos y más utilizados en las épocas de crisis y el cual aprendí hace algún tiempo en mi labor junto a un prestigioso asesor de mercadeo. Me parecía bien especial que él le hablara a sus clientes de «no preocuparse por la plata» y muchas veces comenzara a trabajar sin dejar en claro el valor de su trabajo bajo el pretexto de que lo importante es «servir».

Luego entendí la razón de esta táctica cuando me di cuenta de los jugosos honorarios por los que pasaba sus cuentas de cobro sin cotización previa. Si él le advirtiera a sus prospectos sobre el valor de su trabajo tendría que enfrentar una mayor resistencia por parte de las empresas, y en cambio ya después de realizado el trabajo no era mucho lo que se podía discutir. Este personaje que se jura un mazo en mercadeo, hoy sigue vendiendo humo a cientos de personas y ha descubierto que en los temas de finanzas y riqueza hay una nueva moda (Robert Kiyosaki) y ahora vende cursos para hacerse rico en los que, como sucede en las loterías, quien se hace millonario es él mismo.

«El era un vendedor del montón, sus comisiones era muy regulares» me decía mi tía Teresita, que trabajó toda su vida en el departamento de contabilidad de la Compañía Nacional de Chocolates, y donde este señor comenzó su carrera de ventas. Hábilmente se dio cuenta que el dinero no estaba en la fatigosa labor de atender clientes sino en las conferencias y las asesorías, por medio de discursos novedosos, no importaba si carecían de fundamentación técnica o empírica. Uno de los secretos a voces de muchos magos del mercadeo.

Personalmente no comparto esa forma de hacer las cosas, así que también hace algún tiempo que no trabajo con él ni con esta filosofía. La primera y última vez que me contactó fue para trabajar para una clínica oftalmológica pidiéndome que incrementara un 30% mis honorarios para su beneficio. Participé activamente del concepto, diseño y diagramación de su primer libro sobre el auge del servicio y la decadencia de las ventas. ¿Me pagó por el trabajo? Por supuesto que no. ¿Me cobró el incremento del 30% en mis honorarios? Por supuesto que sí. Ahora engatusa a nuevos incautos supuestamente enseñándoles a ser ricos.

Estos individuos saben que la vergüenza y la seducción funcionan, otras de las emociones de las que se aprovechan algunos mercadólogos para hacer sus negocios, pues no todos somos capaces de pararnos en la raya y hacer el justo reclamo a tiempo. Por eso ahora en vacaciones no se extrañe, si Usted es papá o mamá, si de repente viene un vendedor de helados con el palito de la paleta que su hijo se acaba de comer, a cobrar por un producto que Usted no compró voluntariamente. Pero ésto no se presenta sólo en los asesores o los vendedores de productos para niños, sino también en almacenes de víveres, ropa o comida.

Cada uno por su lado ha desarrollado sus propias tácticas para tratar de vender más; obsérvelas, descúbralas y decida Usted, si sigue la corriente o traza un nuevo camino en el que los secretos del mago sean revaluados y nuevas propuestas creativas determinen el rumbo del mercado.

Tres estrategias psicológicas de cómo fijar precios


Por: Isaac Belmar
El precio y su influencia en las ventas no es un tema matemático, porque tiene que ver con personas, y la naturaleza humana de nuestro cliente no es tan sencilla ni objetiva, como intento mostrar a menudo en los artículos de Marketing y empresa.

De hecho el tema del precio tiene un enorme componente psicológico que va más allá de los números en sí. Un mismo precio que supone exactamente un mismo gasto para un mismo producto puede tener muy diferentes resultados si alteramos condiciones de contexto, comparación, mensaje, etc.

Sin embargo estas implicaciones psicológicas del tema del precio son totalmente desconocidas para la gran mayoría de emprendedores, los resultados de pruebas de Marketing son celosamente guardados por las empresas y los resultados de algunos de los más fascinantes estudios al respecto están enterrados entre toneladas de información irrelevante.

Por eso vamos a ir aquí más allá del típico enfoque del precio y veamos tres estrategias psicológicas respecto al mismo y sus aplicaciones prácticas.

  1. El precio es siempre relativo, depende de las referencias que tengamos alrededor
    Si se tiene que quedar solamente con un efecto psicológico del precio, que sea con éste. Nunca podemos valorar por sí solo un precio. ¿Son 500 euros algo barato o caro? No lo sabemos por sí mismo. Si un ordenador vale 500 euros y todas las ofertas de alrededor son ordenadores más baratos, entonces es caro. Pero si vale esos mismos 500 euros mientras que todo lo que tienes disponible para comprar ronda los 1000 euros, entonces el ordenador es claramente barato.El precio siempre es relativo para nuestros clientes, pero para lo que nos interesa, ¿cuál es la aplicación práctica de todo esto? Que si las referencias comparativas son más bajas, hay más sensibilidad al precio, si son más altas, menos. Es decir, que en el ejemplo del ordenador, en el primer caso donde las referencias son más baratas, los compradores potenciales van a ser más sensibles al precio de ese ordenador a la hora de comprarlo, mientras que en el segundo caso, si el ordenador valiera cien euros más las ventas se resentirían menos de lo habitual con la subida, ya que las referencias al alcance son de mayor precio.

    Otro efecto es el siguiente, cuando por ejemplo estamos reformando nuestra casa, todos los trabajos rondan los cientos o miles de euros, surgen imprevistos y nos vemos inmersos en constantes gastos elevados. De repente nos dicen que hace falta algo que vale 80 euros, o que por 50 euros más nos ponen algo un poco mejor y casi sin pensar aceptamos. Sin embargo cuando no estamos inmersos en ello y, de manera aislada, queremos comprarnos un producto de 80 euros, recorremos múltiples tiendas y gastamos una enorme cantidad de tiempo y esfuerzo para pagar esa misma cantidad de dinero que cuando aceptamos sin pestañear.

    Cuando comparamos con lo que nos está costando la reforma de la casa, 80 euros más no son nada, cuando no estamos comparando con algo (aunque en realidad estamos comparando en nuestra cabeza con nuestros gastos habituales) 80 euros ya nos parecen algo como para pensárselo bien. Esto lo aprovechan muchas empresas para vender “extras” en inversiones caras, como el típico seguro antirrobo del producto que luego no usarás, o los elementos adicionales del auto que te van sumando poco a poco pero piensas: para lo que vale el carro, 45 euros no son nada.

  2. El mensaje influencia la sensibilidad respecto al precio
    Aquellas promociones y discursos muy centrados en el precio aumentan esa sensibilidad respecto a dicho precio, mientras que las promociones basadas en el beneficio incrementan la sensibilidad en el beneficio, permitiendo precios más elevados. Es decir, si un vendedor o un Marketing excelente empiezan a resaltar todas las virtudes de un producto, dejándonos con la boca abierta y el deseo de poseerlo como sea, somos menos sensibles a que nos pongan un precio caro.Esta es, por ejemplo, la estrategia de Apple para vender a precios más elevados que su competencia. Su Marketing destaca cómo sus productos son verdaderos objetos de deseo, cada producto que sale es un evento mediático, consiguen formar colas de gente para los lanzamientos de sus productos, se centran en mostrar cómo de brillantes, bonitos e innovadores son, nunca intentan competir en precio ni el precio es nunca el principal elemento del discurso de Marketing, cuando éste aparece al final de sus mensajes en esas presentaciones de productos que hacen al mundo, el precio ya está muy mediatizado por el estudiado mensaje que has recibido, no te parece tan caro, consiguiendo así una menor sensibilidad de sus clientes respecto a dicho precio.
  3. El efecto psicológico de “propiedad” influye en la sensibilidad al precio
    El efecto “propiedad” es un sesgo cognitivo por el que se tiende a valorar mejor un producto que ha adquirido. Lo curioso es que el efecto propiedad no se activa necesariamente tras la compra, sino antes en algunos casos. De acuerdo con múltiples estudios la gente valora y compra más lo que toca o coge con sus manos, lo que puede probar con antelación, como ese automóvil con el que va a dar una vuelta.Antes incluso de que se aislara de manera metódica, muchos vendedores conocían intuitivamente el efecto “propiedad” y dejaban que los clientes usaran, probaran y toquetearan el producto, ya que se valora más y mejor. Con respecto al precio y la aplicación práctica, algunos estudios han demostrado que, haciendo que simplemente el cliente sostenga el producto mientras toma la decisión, se muestra menos sensible al precio. Los procesos psicológicos mediante los que funcionamos y tomamos decisiones pueden ser francamente increíbles, pero son ciertos y casi nunca se tienen en cuenta a la hora de poner los precios.

Revelando los secretos del mago – Parte 3 de 4

Por: Carlos Andrés Naranjo-Sierra
Hablábamos en la columna anterior sobre las metas o aproximaciones sucesivas, como uno de los trucos clásicos del mercadeo para generar el consumo de productos, y que van desde cuentas bancarias hasta hamburguesas. Por ejemplo, ¿Se ha preguntado Usted por qué a la hora de pedir una tarjeta de crédito uno no se entrera de que hay que firmar un pagaré en blanco sino después de un largo proceso de referencias y papeles? ¿O por qué todas las cláusulas complicadas de cualquier contrato deben ser leidas por Usted en el último minuto mientras el vendedor mira el reloj para irse a una «cita muy importante»?. Para no ir tan lejos, ¿Se ha dado Usted cuenta que a las promociones o los «combos» de los negocios de comidas rápidas a veces les queda faltando ¨algo¨ como la tocineta, el queso o determinada salsa, que es extrañamente costosa y que para acabar de ajustar, el cajero nunca le advierte que tiene un valor, mientras le pregunta inocentemente: «¿Desea adicionarle tocineta, queso y salsas?».

Pues todo esto se hace como una forma de ir aproximando al cliente poco a poco a una meta venciendo la resistencia inicial que presentaria el mostrar la meta final desde un comienzo. Dicho de otra forma. Es como escalar el Everest pero sin darse cuenta, pues en un comienzo Usted sólo piensa que es escalar el Cerro Nutibara, y después se dá cuenta que es El Nevado del Ruiz y después en medio camino se da cuenta que realmente es el Aconcagüa y cuando por fin reconoce que es el monte Everest, ya será más fácil seguir para arriba que comenzar a bajar.

Las promociones son entonces también una forma de aproximar a los clientes a los productos más costosos por medio de la promesa de algunos otros productos rebajados. Es por esto que las promociones se hacen casi siempre con la idea de traer nuevos clientes para buscar que, en medio del mar de ofertas, éstos adquieran también otros productos que no están en promoción, aunque esto traiga como consecuencia que la gente se acostumbre a sólo ir a un almacén cuando este «se baja los pantalones» reduciendo sus precios, y que se aumente proporcionalmente el número de quejas, reclamos y cambios porque la gente terminó llevándose en medio de su «histeria», cosas que no le servían para nada.

Recuerde que finalmente es Usted quien decide que hacer con esta información para su negocio y si la pone en práctica o no, además si considera que esta bien o no hacerlo. Los negocios son un asunto de conveniencias pero también de convicciones. Y los negocios son el reflejo de la personalidad de su propietario, como dice el dicho: «Las cosas se parecen a su dueño».

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